viernes, 16 de enero de 2015

Sobre las personas que miran al sur

Me despertó el ruido de la calle, saqué mi rostro por la ventana del hotel y vi como la calle estaba llena de personas caminando, mire el reloj y eran las dos de la mañana, pensé que quizás se había equivocado y era más temprano, quizás que fuera sábado influía un poco en la asistencia masiva a la calle. De un momento a otro se hizo el silencio, las personas se detuvieron como robots que reciben la orden de parar.

Me puse un pantalón y la chaqueta negra que me regalo Luis la última noche que estuve con él, mientras lo miraba caminar desnudo por la habitación del hotel donde los pilotos debemos quedarnos, no muy cerca del aeropuerto, pero tampoco tan lejos, sentí nostalgia por Luis y acaricié la chaqueta como lo hice con su rostro al despedirnos. En el lobby del hotel no había nadie, el botones que siempre estaba pendiente de ofrecer sus servicios como jíbaro estaba ausente, me sentí extraño en un lugar tan grande, de columnas amplias y salones largos, con pasillos donde siempre se escuchaba el sonar de tacones. Todo está en silencio. 

Salgo a la calle y encuentro a las personas estáticas mirando al sur de la calle, miro y no veo nada, pienso que debe ser un mal sueño. Busco entro los humanos-estatuas a alguien conocido pero todos me son extraños, como si no pudiera encontrar en ellos a una sola persona, como si fueran reflejos de una pared. Empiezo a sentir que todo es real y a la vez familiar, como si ya hubiera estado ahí, como si no fuera mi primera vez con personas heladas y estáticas que sólo miran al mismo lugar sin moverse, sin ser. Luego recuerdo a mi familia, a mis amigos, a mis compañeros del colegio y empiezo a notar una similitud; todos los que me han rodeado con el tiempo han terminado así, como estatuas que miran un horizonte que se les hace lejano, imposible. Siento un frío intenso y me abrazo a la chaqueta que el desnudo Luis me dio una noche antes de despedirnos, mientras el aire caliente nos sofocaba ¡El maldito Luis me dio una chaqueta en verano! y Aun así, ahora, mientras me abrazo a ella y encuentro un rastro del olor de él, siento frío. 

Cierro los ojos y el aire hiela mi piel, siento como el frío se va metiendo por mis huesos y la soledad se vuelve tan tangible que mi lengua la saborea. Me levanto e intento correr dentro del hotel pero la puerta está cerrada ¡Quién mierdas la cerró! Busco en la calle algún lugar abierto y todo está cerrado, las personas siguen ahí, de pie, sin moverse, sólo respiran y quizás sea eso lo que más me asusta de ellos, intento no tocarlos, no despertarlos de su trance. El desespero empieza a aumentar y mis pies se sienten cansados, me desespero y grito, grito como nunca he gritado en mi vida y nadie escucha, nadie se mueve, el viento aumenta y sin darme cuenta me encuentro mirando el sur, el sur se vuelve tentador pero lejano, como un abrazo escrito por correo, como un buen deseo de alguien lejano, como un "te amo" que se dice por teléfono. El frío desaparece y mi cuerpo se detiene, la mirada se pierde mientras mis pensamientos se opacan, lo último que hago antes de detenerme es en pensar ¿Cómo llegué aquí?

Abro los ojos mientras mi cuerpo nada en sudor, a mi lado duerme Luis con su culo al aire, en la silla está la chaqueta que me ha regalado, creo que me quedaré un día más con él.