viernes, 25 de abril de 2014

Conocerse fue un sueño y su amor de ensueño, pero con el tiempo él empezó a sufrir de insomnio.

miércoles, 9 de abril de 2014

Padre

Su hija ve dibujos animados y su esposa en la cocina tararea la canción que sonaba mientras él de rodillas le pedía matrimonio. Intenta recordar si tiene algo de dinero y se siente confiado en su pantalón y el la billetera de las 3 tarjetas y los 23 billetes de la más alta denominación, entonces se percata de que no se ha percatado que todo en su hogar está bien, que la hija es feliz y rinde en el colegio, que su esposa está ciegamente enamorada de él, con esa ceguera que impide ver que su propio esposo a veces  en las noches cuando llega tarde del trabajo huele a pólvora y sangre. Se siente aliviado y por un segundo piensa en la mujer que se fue con su hija hace ya 20 años y piensa en su hija que ya debe tener 23 y piensa que quizás ella está mejor sin él.

Suena el timbre.

Su hija le dice que el señor que siempre lo va a buscar está abajo, él se levanta del sofá y camina a la puerta, ve los ojos de su compañero de los últimos 7 años y le pide a la esposa que llame a la hija, cuando la hija se ha alejado saluda de mano a su compañero, le pide que cuide a la familia y cierra los ojos.
El disparo no hace tanto ruido como se acostumbra, la bala no se fragmenta en el cuerpo como se acostumbra y él no siente dolor como pensó que sentiría mientras sus rodillas se doblan y el cuerpo se desploma, piensa en el velorio donde sus hijas se conocerán.

En la cocina, la esposa sigue tarareando la canción que cree haber escuchado mientras él le proponía matrimonio.

domingo, 6 de abril de 2014

La dueña del cactus



-Buenas noches. Le dice al portero, entra al conjunto con la mirada baja y después de hundir un botón espera el ascensor. 

Dentro de la caja gris escucha august winds de Sting pero no se percata que se sabe la canción. El movimiento le hace sentir por un momento como que su cuerpo no tuviera relación alguna con él y por primera vez ese día,mes,año,vida, se siente bien.

Llega a casa y el aire frío de la media noche le recuerda que dejó el ventanal del balcón abierto y que ha llovido y que ha caído agua y que se ha entrado a su sala y que todo, desde el sofá hasta la mesa llena de cactus de miles de colores,formas,olores,chuzos y recuerdos se ha inundado. Se siente mal por sus cactus.

Le da algo de gracia que la lluvia inundara sus plantas de desierto y que la brisa fría del balcón helado no le quite esa sensación de calor que sale de sus huesos. Entra a la habitación, se desnuda y busca en el closet el revolver. Le da play al reproductor bajo el televisor y empieza una canción que usted lector ya debió escuchar cuando empezó a leer esto, se dice que justo, desde hace días,meses,años,vidas ha estado pensado en vos y se pega el tiro sabiendo que la lluvia que inundó sus cactus no le ayudará a su soledad calurosa de trópico.

Después de que el martillo presione la bala de punta hueca calibre 38, la cual vuela a la velocidad del sonido y se encuentra con la carne/hueso de la nariz/boca y sale atravesando el cerebro/hueso hasta estrellarse con la pared blanca mal pintada que pintó con la dueña de los cactus y con la dueña del arma y con la dueña del cd original que ahora suena en la misma canción que usted ya escuchó, todas la misma mujer, la misma dueña.

Antes de morir del todo El Flaco pregunta si hay algo en él que ella no odie y el cuerpo muerto/vivo suelta una pequeña mueca en forma de sonrisa en su boca/nariz estropeada que huele a pólvora. 

Una gota de sangre cae sobre el cactus que estaba en el centro de la mesa, cactus que fue el primero que ella le regaló.

*Tiempos a parte (a manera de tiempos de...)

Ayer hubo una obra de teatro, en la que los actores eran voluntarios, unos no llegaron a tiempo y el director los sacó de su papel obligando a que fueran espectadores desde fuera del teatro. Otros fueron actores, llegaron a tiempo a sus citas y buscaron su compañero en la tarima, su presentación fue tan buena que al final de la obra todo el mundo se puso de pie y les aplaudió, su piel se erizó y brindaron por las animas que les apoyaron.

Yo, fui un fantasma que sólo quería bailar, pero se me olvidó el guión en medio de la noche, se me cruzaron los papeles, las imágenes y salí abucheado del teatro.

No volveré a teatro.

viernes, 4 de abril de 2014

Lepidoptera

Un fuerte impulso y con mis alas a todo vapor logré que la crisálida se rompiera lo suficiente para que mis antenas en forma de hojas se asomarán empezara mi primer sensación real, de la vida real. 
Con un poco más de fuerza saqué mi delgado cuerpo de ese lugar ya seco que durante unos días-semanas-meses- me tuvo sentado, acorrucado, sentado de forma derecha, jorobado y hasta en cierto punto con mi lengua sobre mis genitales, lo cual no me gustó mucho.

Ventea y el sol está a su punto, son las 6 de  la mañana en horas humanas y mis pies se posan sobre una orquídea y con mi lengua empiezo a absorber lo que necesito para lograr el amor de alguien que ojalá esté más veterana que yo en esto del amor.
A eso de las 9 de la mañana en horas humanas me topo con una mariposa que según sienten mis antenas es de mi misma especie, me acerco y ella me mira con recelo, le lamo uno de los colores rojizos de sus alas y siente una pequeña pelusa que las cubre.Entendí que nuestro sabor es un poco agrio en nuestras alas, entendí que a las mariposas hembras no les gusta que les laman las alas porque al parecer eso impide que su vuelo sea cómodo, entendí que para ser una mariposa macho, soy muy romántico.

Ella se fue mal volando con su mirada puesta en el próximo objetivo alimenticio mientras mi ego de mariposa macho se quedó resentido por sus negativas a mis ganas efervescentes de estar con ella, uno con el otro entregando todo nuestro néctar, amor y genes a una generación futura. Seguí mi camino por entre este paraíso floral donde existían millones de mariposas que al igual que yo jugaban a volar, comer, aparearse y las más existencialista a golpearse contra un cristal que nos reflejaba.

Cuando llegué a una flor muy rosada para mi gusto pero llena hasta el tallo de néctar, pude constatar a un par de mariposas esquizofrenicas que se negaban a llenarse de alimento, no querían comer por miedo a tener ganas de aparearse y no querían aparearse supongo por miedo a ser rechazados. Pero yo, que bien supe acercarme, lamer e intentar apareare con ella, la mariposa de mi misma especie con alas rojas, y ser rechazado con un movimiento de antenas y de lengua mostrando desgano por mis acciones, yo que soy la mariposa más joven del lugar junto con otras 157 mariposas que nacieron al mismo tiempo, yo que soy un romántico, no podía quedarme con el estómago vacío mientras al otro lado de la flor o del jardín o del mundo, me esperaba la mariposa de mis sueños, enamoradiza, joven como yo pero experta en el amor.

Me llené hasta que me sentí pesado para volar, en la parte alta de un cactus decidí sentarme a esperar el sol se fuera apagando, cuando de pronto una mariposa que iba mal volando, con sus antenas en forma de hojas y alas rojizas se me acercó, me lamió la ala rojiza igual que la suya y sin dejarme decir ni medio poema de esos que a veces los hombres de guantes blancos recitan mientras nos daban de comer allá en la incubadora de gusanos. 

Se hizo detrás mío y nos penetramos de una forma tan suave y delicada que estoy seguro que ella era una experta en el amor, me alegré y lo hice -el amor- con toda la pasión que el néctar me permitió y ahí mientras el sol se ponía en el oriente -no debería explicarles que ustedes, los humanos tienen mal los nombres de los puntos cardinales y  nuestro oriente es el occidente suyo y el occidente suyo es el norte nuestro-. Al terminar tal acto de amor profundo, mi aire se agotó y mis antenas se cayeron, ella se fue volando con la misma mirada que me hizo cuando la lamí y yo me quedé en medio del cactus con el sol apagado y mis ganas de vivir muertas.

jueves, 3 de abril de 2014

Plegarias, sudor y adulterio

Llega a la oficina caminando rápido, lo cual le deja una gota de sudor en la espalda, la misma espalda que la noche anterior le dio al esposo mientras este leía la última novela ganadora del último premio de literatura entregado como siempre en una ciudad de España.
Mientras camina la percusión de sus tacones le recuerda una canción que no se sabe pero que escuchó en algún momento entre la noche de su boda y la noche final de su amor por el esposo, o usando referencias más especificas, la noche que terminó su luna de miel.

Se sienta y su silla rechina un poco, tal como su cama lo hace cada martes y sábado, cuando son las noches en que ese mastodonte que ella ha mal logrado como compañero eterno hasta que por fin Dios le haga caso a sus plegarias, o a las plegarias de su madre o de su padre o de su prima que tanto la ha querido o hasta las plegarias de su vecino el cual pasa las noches enamorado de él, el mastodonte; todas esas plegarias le repiten y confirman a Dios lo mismo que él ya debe saber hace mucho; que los corazones se detienen cuando la persona es muy obesa, cuando ha comido mucha grasa, cuando se pasa la vida sedentario, cuando se es un gordo hijo de puta que sólo respira por gracia del mismo Dios que se niega a llevárselo o mandárselo a su amigo satanás.
O en palabras que ella ha construido con el tiempo, el marido es un gordo cabrón al que Dios evita y no le desea ese mal al demonio, por eso él sigue ahí, cada sábado y cada martes intentado amar a la mujer que ama ciegamente, tan ciegamente que no escucha sus gemidos de odio cada noche de martes y sábado, tan ciegamente que no escucha las plegarias del vecino que como el vecino de American Beauty (1999), está enamorado con un amor que también es odio y que también es obsesión y ustedes deben saber que donde hay obsesión con odio y amor, todo termina en muerte.

Pero volvamos a la oficina, un gran salón con 7 cubículos que son separados por paredes móviles, donde trabajan 6 mujeres y un hombre, pero no piensen en postulados machistas, ya que este hombre, aunque nadie lo sabe, los domingos, después de ver el partido con José su primogénito de ya unos 25 años (aunque a veces le gusta decir que tiene 27), regresa a su casa y dentro del vestidor que está dentro del baño de la habitación de huéspedes que nunca ha usado, se encuentra sus faldas carmesís, sus tacones azules con lentejuelas y sus pelucas de pelo rizado rojizo o rubio o negro, todo depende de la fogosidad con que se sienta su cuerpo de mujer, encerrado en la piel tosca de un padre de 47 años.

Pero volvamos a la oficina.

Ella, nuestra protagonista que hasta ahora no es más que la mujer de un mastodonte arcaico que sólo lee novelas y escribe novelas y vende novelas, ella, nuestra protagonista de la cual sólo sabemos dos pequeños recuerdos vagos de su vida, que tiene tacones y una gota de sudor que para este momento ya ha caído en el trasero pequeño y redondo y parado que siempre ha tenido desde los quince años cuando un martes, de esos en los que aún su piel no se entregaba con odio a un mastodonte, su cuerpo tomó la decisión de no torturarla más con un cuerpo de niña y dejarla entrar con acné y sudores y sueños y calzones mojados a una pubertad tardía, una juventud temprana y una adultez que ya no se iría.
Ella que ahora piensa en el mastodonte y hace su plegaria en la mente, ella que se sienta en el cubículo 5 de los 7 que hay, ella que saluda a su jefe que hoy es hombre y en dos días será mujer, ella que ahora con una sonrisa hermosa como su culo entra al correo y sin miedo ni pena ni pudor ni vergüenza ni nada de esas cosas de las que ustedes lectores sí sufren, le escribe al amor de su vida un "hola" tan valiente que al releerse se puede ver como el cuerpo de ella se desnuda dejando para nuestro placer, poder ver su culo redondo, sudado y parado de quinceañera.