I
No sé cómo llegue aquí.
Las manos llenas de tierra, la boca con sabor a
hierro, sé lo que sucede. Parezco un hombre en medio de un descampado, al fondo
se ven luces de casas oscuras, debo estar en un lugar alejado, se escucha
lejano el pasar de autos a alta velocidad rompiendo el aire ¿Cómo llegué
aquí?
El aire es frío, entra con dificultad a mi cuerpo
y sale con demasiada facilidad, me siento agitado y escupo lo que supongo debe
ser sangre que no para de brotar ¿De dónde? me reviso la dentadura, hay varios
dientes rotos, pero no duelen.
Doy el primer paso y me duelen las costillas, con
el segundo mi cabeza retumba, me duele todo, no veo nada bien. Empiezo a
caminar en contra de mi voluntad, desearía estar acostado en una cama caliente,
arropado hasta el cuello esperando que mi respiración se caliente ¿Tengo cama?
¿Tengo casa?
El instinto es mi arma más fuerte, me decía
alguien que ahora pasa como una sombra borrosa por un pasillo. Tengo sueño,
pero no quiero dormir, estoy cansado, pero quiero caminar, me duelen los huesos
y el frío los hace temblar ¿A dónde voy? ¿De dónde vengo?
Llego hasta una casa de ladrillo construida en
desorden, se ve que son habitantes pobres, pero por los vidrios en las ventanas
puedo suponer que no son los más pobres de la zona ¿Dónde aprendí eso? toco con
fuerza y después del cuarto intento veo una luz encenderse, un hombre barrigón
se acerca en medio de sombras, asoma por la ventana, me ve de arriba a abajo y
con una mueca de desaprobación se retira. Escucho la puerta, me abre.
Es un tipo de casi dos metros de alto, con el
pecho, las manos y los brazos peludos, las cejas con algunas canas y los labios
gruesos cubiertos por un bigote mal cuidado, me siento indefenso y pequeño al
lado de él.
- No esperaba verte tan pronto - me dice mientras
intento no toser por miedo a salpicarlo con sangre- supongo que te subestimé un
poco, susurra mientras me ve con condescendencia.
Silencio
Veo su mano del tamaño de mi rostro acercarse
bruscamente y por un momento mi mente se va, regresa a las 6 horas anteriores
donde hace un repaso de cada golpe recibido; entiendo el dolor de las costillas
por las patadas y los dientes rotos por su puño, siento cuando me clavó un
puñal en la pierna derecha y las 5 veces que perdí la consciencia mientras me
ahorcaba, mi cuerpo reacciona a cada dolor recibido y antes de ser capturado de
nuevo por las manos peludas que me han torturado, giro a un costado, con la
mano sin dedos rotos alcanzo sus ojos y presiono con toda la fuerza que poseo,
siento un puñal entrar en la costilla pero no importa, sus gritos me dan la
fuerza necesaria para seguir presionando. Salta un ligero líquido de su mirada
mientras el metal entra y sale sin hacerme el suficiente daño.
Las puñaladas terminan, los gritos se callan, hay
silencio.
Doy dos pasos atrás y veo ese enorme cuerpo
inerte con un pequeño rastro de sangre que sale de su rostro demacrado. Me
duele todo y a la vez no siento nada. Intento respirar profundo y el aire se
regresa por el impulso de la sangre. Me arrodillo, todo da vueltas y está
estático a la vez, no tengo control sobre nada y el mundo me domina, escucho
pasos cerca y me dejo morir.
II
Hay una luz blanca tenue que entra por debajo de
una puerta, se escuchan pasos y conversaciones susurradas afuera. Siento que mi
cabeza se parte en 2 suavemente, las manos no reaccionan y no sé cómo decirles
a mis pies que se muevan. No sé cómo hablar, no recuerdo nada más allá del
cuerpo de un oso fenecer en mis manos. Cierro los ojos.
Es de día, se escuchan autos en la calle, creo
que está lloviendo. Me doy cuenta que hay un tubo en mi boca que debe ir hasta
mis pulmones, al frente un hombre y una mujer intentan sacarlo, siento que
puedo respirar por primera vez en mi vida, las manos me duelen.
Me explican que un hombre cualquiera, un día
cualquiera, decidió capturarme y torturarme para su placer, al parecer era su
séptima víctima. Las otras seis eran llevadas a la fuerza a las afueras de la
ciudad, en un barrio invadido por habitantes de calle y delincuentes, donde los
gritos eran más cotidianos que en otros lugares de la ciudad. Las ataban y
torturaban, cuando perdían la consciencia por los golpes, eran dejados cerca
para que regresaran pidiendo ayuda y ahí volvían a jugar con ellas hasta sacar
el último aliento de vida y esperanza.
Con el pasar del tiempo mi cuerpo se recupera, mi
mente se aclara un poco más. Más allá de un par de visitas de la policía y un
periodista buscando el titular de la prensa amarillista, nadie vino a verme,
debo ser un solitario. Reconstruyendo mi vida con los detectives, supe que
trabajaba en una empresa de tecnología, que estaba soltero, sin amigos, que era
una víctima perfecta para el asesino, que tuve contacto con él varias veces
porque eso hacen ellos, que él me seleccionó porque era fácil elegirme.
III
Han pasado siete meses desde el día que salí del
hospital, aún tengo algunos tics en el movimiento por causa de los nervios
dañados por las puñaladas y patadas, a veces me duelen los dientes nuevos, no
logro caminar completamente erguido y la cicatriz de la pierna me arde en los
días de lluvia.
Regresé al trabajo y después de un par de
almuerzos comentando lo sucedido todo volvió a la normalidad. Me levanto en las
mañanas, trabajo por 8 horas, regreso a casa a ver alguna película o serie,
duermo. A pesar de los cambios físicos internos, he logrado recuperar mi
rutina.
A veces, en medio de la noche, me despierto con
el cuerpo cubierto en sudor y sangre en la boca producto de morderme dormido.
Me doy una ducha, salgo a la calle y tomo un taxi, camino por medio de barrios
vacíos hasta llegar a aquella casa que aún conserva sus vidrios. Entro con la
llave que él me dio, escucho en mi cabeza “el instinto es tu arma más fuerte”
mientras subo las escaleras a una terraza desolada con manchas de sangre en el
suelo. Miro al descampado y espero en silencio.
Un cuerpo se levanta en medio de la nada, cojea,
se lamenta, escupe sangre, camina en mi dirección.
Sé cómo llegue aquí.