Estoy con dos maletas llenas, en una está la bolsa para la madre de alguien, una chaqueta y un saco, un par de zapatos y una camisa que me cambié en el último momento. La maleta es azul y quizás la use más de una vez.
En la otra hay más ropa que zapatos, pero más libros que ropa, los he logrado meter como pude, una par de envíos para Cali y un cuaderno que no quiero que sea mío pero igual ahí está... El cuaderno no está en esa maleta.
Todo perfectamente acomodado, en la tercera maleta que es maletín llevaré mis objetos de valor, el computador, cargadores y mi libro favorito, la cámara con un rollo aún funcionando al que le quedan poco menos de 30 fotos y otro rollo virgen esperando. Mis manos siguen frías y quizás por eso no escribo mucho, a veces el frío se mete y hace temblar el pecho, paraliza las manos y te hace sentir que todo el licor ingerido en la noche no pesa ya en tu cerebro y lengua.
Hace un tiempo vine acá buscando algo que creo perdí en otro lugar, venía buscando mi tranquilidad mental, algo así como un retiro espiritual de una ciudad caliente y que se ahoga en su propio sudor a una ciudad gris y muda que no se ha sabido leer. Pero estar perdido no es del todo malo ni del todo bueno, lo bueno y malo se determina por las sensaciones que te afectan en el instante del acto, en estos momentos no puedo decir que soy mejor o peor persona que hace un mes, seis meses o dos años y medio, sólo creo que sigo siendo humano, que me sostengo sobre una pila de ideales y de certezas que van cambiando, de esperanzas y deseos que se deforman se configuran, se comparten, se cuentan, narran, viven y pierden al final.
No soy un pesimista ni nada por el estilo (frente a ciertas cosas lo soy como es la política, la "realidad" de mi país o cosas por el estilo), sólo quiero escribir que por hoy y quizás por un par de días hasta que estas ideas y temperamento se ponga a prueba de la forma en que sea; creo que estoy bien, que estoy solo, pero estoy bien.
Que la compañía que pueda llegar estará bien conmigo y yo con ella, que por ahora sólo debo seguir y ver si todo sale bien, aún sabiendo que siempre habrán cosas que salgan mal.
Estoy en Bogotá y ya no tengo frío, estaré en Cali y ya no tendré calor, no me enloqueceré más o por lo menos eso es lo que me he dicho.