El aire que entra es caliente, afuera debe estar el clima ardiendo y aquí el doble. Cree que es mejor respirar por la boca, siente su cuerpo hiperventilar, ningún poro ha dejado de sudar, esta mareado y cansado.
Las manos tiemblan y piensa en sus dos hijas que ya cumplen 5 o 6 años, intenta recordar pero sabe que lo ha olvidado y sus ojos lloran del desespero de saberse impotente frente a una realidad que lo abruma, llora por el calor que lo cobija y siente que quiere morir para sentir algo de frío, recuerda una puerta cerrándose una botella abriéndose, un traje de un muñeco azul que a sus hijas les gustaba, un cuerpo cayendo al suelo y unas lagrimas sabor licor en su rostro.
Cierra y abre los ojos, al abrir está justa al frente un niño de melena rubia sentado, mirándolo con ojos azules y con un helado en la mano. Hace calor y se levanta de donde está, toma al niño de la mano y se va saltando como sus hijas le decían que ese muñeco azul saltaba.
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