jueves, 20 de marzo de 2014

Día no normal.

Esta mañana es particularmente distinta a las otras, hoy la respiración del cuarto de al lado le ha despertado, los ojos le han pesado y después de dos intentos de dormir se ha levantado completamente molesta.
Hoy es un día particularmente distinto, en tanto ella se ha levantado sola a cepillarse los dientes, desayunar  y vuelto a cepillar los dientes tal y como la abuela le ha enseñado a sus hijas y a las hijas de sus hijas.
Hoy te levantas pensando en lo que nunca pensaste, en los días previos a que ella naciera, en las noches vomitando en el baño sosteniendo la panza que ya empezaba a crecer con ella adentro, en los antojos que nadie nunca cumplió, de los deseos sexuales que lograste cumplir sólo con el chico demasiado pequeño para su edad que vivía a dos casas de la tuya. Te levantas pensando en sus primeras noches en este mundo hace ya diez años y unos cuantos meses, en las que nadie dormía, ni vos, ni ella, ni los vecinos.

Recuerdas cuando aprendiste a cambiarle los pañales con una sola mano, cuando la cargabas a las 5 y media de la mañana llevándola a la guardería para que la cuidaran mientras volvías a la clínica a ser de auxiliar como siempre lo hiciste en los últimos 17 años. 
Hoy es un día no normal porque despertarte pensándola tanto mientras la ves haciendo sus deberes en la sala.

"Siempre seremos tu y yo" le dijiste el día que por pelear en el colegio te tocó salir del trabajo, ella estaba embarrada de pies a cabeza, con un zapato en la mano y el rostro bañado en llanto. Recuerdas los días en que el trasnoche llegó como resultado de sus enfermedades, siempre tan frágil en tus manos, siempre tan fuerte para la vida.

Caminas a la cocina y ves un calendario, 9 de diciembre es el día de hoy y te sientes particularmente rara. No sabes explicar qué es lo pasa con tu estómago que se retuerce, con un pequeño dolor de cabeza que amenaza con aumentar, con las manos frías y los labios secos. No te sientes bien y la ves a ella tan hermosa como siempre con su cabello negro cantando canciones que nunca escuchaste.

Caminas con voluntad, con decisión, no sabes cómo sacaste las fuerzas de tu estómago pero ya vas caminando contra ella, con la mano cerrada le das un golpe en la cabeza, ella no ha alcanzado a reaccionar cuando tus manos le cubren el cuello, la ahorcas y sientes sus manos tocar las tuyas, son tibias, con sudor, la aprietas con fuerza y antes de que la primera lágrima ruede por su mejilla sientes como algo que está dentro de tus manos se rompe.

Te levantas, vuelves a la cocina, con el cuchillo que tiene más filo vuelves a su cuerpo, cortas en partes lo que antes era un solo cuerpo, es como un rompecabezas que decidiste separar. Lo metes todo en una bolsa negra que tenías para la basura de su cuarto. Sales a la calle y la dejas en el botadero de basura, vuelves a casa, limpias todo lo que se debe limpiar, te sirves un chocolate como a ella le gustaba y sientes que tu estómago y tu mente se han calmado.

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