Desde que estuve en el colegio siempre usaba medias negras y blancas, con la idea de que el lado derecho es el lado bueno y el zurdo el siniestro; por su puesto, mi educación fue en un colegio católico donde se fundamentaban estas ideas.
Después, en la universidad, podía tener medias de muchos colores, pero recalcaba en lo bicolor, en la eterna lucha entre lo bueno y lo malo, el bien y el mal, el diablo y jehová, en fin. Mi vida a la hora de escoger las medias se media por lo mismo que se mide el diario vivir de los curas y monjas, entre el bien y el mal.
Lo curioso aquí (si es que se puede decir que hay algo curioso) es que siempre en mi pie derecho (el del bien) iba la media negra y en el zurdo la blanca, casi como aceptando que en mi vida, mi mano derecha estaba en la oscuridad, era el mal. Como si me presagiara con un poco de sarna inconsciente quizás de que mi día iba a ser malo. Que mis decisiones iban a ser malas, que todo lo relacionado conmigo tal como mi oscura media se iba a perder en un túnel.
Hoy, me he despertado y tomado las dos medias, la blanca en el diestro y la negra en el siniestro, quiero empezar a ver si mi tristeza se empieza a ir, aunque sea, por el mismo lugar por donde llega la muerte, por los pies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario